FEMICIDIOS Y VIOLENCIA

En Chile se han registrado durante el 2016, 15 crímenes calificados como femicidios. La cifra no parece alta si consideramos los 528 homicidios que ocurrieron en Chile durante el año 2014 o los 95 casos y 200 tentativas de femicidios del 2015 en nuestro país vecino, Perú. O si consideramos que durante el 2014 en Latinoamérica se dieron 1.678 casos calificados como femicidios, lo que demuestra un problema que escapa al ámbito local.

A pesar de que Chile no tiene dentro de Latinoamérica una cifra demasiado alta de femicidios, el verdadero problema es lo que hay detrás de estos crímenes: la violencia de género y la violencia intrafamiliar en general. El año 2015, se efectuaron 143.000 denuncias de violencia intrafamiliar. Es un número realmente alto, pensando en todos aquellos casos que no se denuncian. Esta cifra es la realmente preocupante.

  Se puede especular mucho acerca del origen de este tipo de violencia. Muchos hablan del machismo como causa. Sin embargo, el ser machista no debiera necesariamente implicar violencia. Incluso podría implicar protección. Podría ser machista un hombre que piensa que él debe ser quien mantenga a su familia. O quien realice las labores de fuerza en la casa. O en algo tan sencillo como que debe ser el hombre quien paga en una cita, o quien defiende en una agresión a su pareja.   El problema es cuando el hombre siente que debido a que es el proveedor o el protector, tiene derechos por sobre los de su pareja. Lo que aun así, podría derivar en una discusión o un intercambio de opinión entre ambos y no necesariamente en una situación de violencia.

¿Pero entonces cuál sería el motivo de que muchos casos de estos si deriven en violencia?

Aunque este tipo de violencia se puede considerar una delas más graves, dado que generalmente ocurre dentro del hogar, un lugar que debiera ser el más seguro para una persona, no podemos pasar por alto la violencia producida por la delincuencia (Portonazos, alunizajes, asaltos, lanzasos etc...), sumemos también la violencia en los estadios y fuera de ellos, sumemos la violencia en las protestas estudiantiles, los destrozos de los encapuchados, la violencia entre los jóvenes que graban sus peleas y agresiones para mostrarlos en las redes, el bulling, en fin toda la violencia que vemos en forma cotidiana. Podemos ver que el problema de la violencia es mucho mayor a los 15 femicidios registrados este año y para este problema generalizado, no vemos alguna campaña masiva de rechazo o siquiera de denuncia. No se ve un discurso de los políticos ni menos acciones de estos para combatirla. Solamente se asume que existe o se tratan en forma independiente sin abordar el problema sociológico que hay detrás.

Quizás con estas campañas se logra disminuir en algo los casos específicos de violencia intrafamiliar. Quizás a fin de año se muestre con orgullo el leve porcentaje de disminución. Pero la raíz de la violencia. La que se anida en cada uno de nosotros, en niños jóvenes y adultos, hombres y mujeres, va a seguir ahí y de alguna forma, en algún momento va a brotar abultando alguna de las estadísticas existentes, o quizás creando una nueva.