DEBER CIVICO
Y pasaron las municipales. Todo lo que se especuló sobre
abstención, sobre cambios en los resultados y otros cuentos, ya se concretó. Hoy
vemos como de un 57% se ha pasado a un 65% de abstención. El gobierno a perdido
municipios en los que se consideraba ganador y mientras algunos celebran otros
silencian y meditan porque las próximas elecciones son las presidenciales y no
se puede perder.
Cumplí con mi deber cívico y concurrí a votar. Ya afuera del
local me pude percatar de que la cosa venía distinta. No vi a grupos de
personas caminando hacia o desde el local. No vi las veredas atestadas de vehículos
estacionando donde podían, ni vendedores ambulantes aprovechando la oportunidad
de aumentar sus ganancias por un día.
Cuando entré al local, la cosa no fue distinta. Adentro
penaban las ánimas. La mayoría de los vocales de mesa conversaban fuera de las
salas de votación haciendo hora para volver a sus hogares. No había fila en la
entrada de mi mesa. La atención fue expedita y me despedí deseando a los
vocales que la tarde no se les hiciera tan larga a lo que respondieron con una
mueca de resignación.
Por la tarde puse la televisión para seguir los
acontecimientos. Cada canal intentaba inventar alguna noticia a partir de los
poco que ocurría en los lugares de votación. Hice un poco de sapping,
paseándome por entrevistas a niños que salían del estadio con los dedos
entintados, e imágenes de 4 o 5 personas que se bañaban en las playas de la
costa central. No había noticias. Solo el llamado desesperado a concurrir a las
urnas. Hasta que algo rompió la monotonía de la transmisión. Un hombre delgado
y apariencia de enfermo, caminaba hacia la cámara con una bolsa de oxigeno
colgando en uno de sus hombros. Era la oportunidad para los reporteros del
canal y se produjo el siguiente diálogo:
(Periodista) Miren señores, podemos ver este ejemplo de
deber cívico. Este hombre que aun estando enfermo concurre a votar.
(La periodista se acerca al hombre) Señor, usted es un
ejemplo. Porque concurre a votar aun estando enfermo.
(El hombre agobiado responde) Bueno, Nada de ejemplo, yo vengo
porque es obligatorio votar.
(Periodista) Pero señor, si no es obligatorio votar…
(Hombre) Como que no es obligatorio.
(Periodista) No señor, no lo es.
(Hombre dándose vuelta) Entonces me voy...
Así, ante la mirada atónita de la periodista, con el mismo
paso lento que lo llevo hasta allí, el hombre volvió a salir del local sin
llegar a su mesa a votar…
Yo me reí durante un buen rato, y cada vez que me acuerdo me
vuelvo a reír. Para mí, el hecho fue lo único interesante de este día de
votación.
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