Friday, April 27, 2012

CHIVO EXPIATORIO


Al final de la primera guerra mundial, Alemania quedó  sumida en la pobreza y la Falta De trabajo. El alemán de esa época, machista y proveedor    sintió su orgullo profundamente dañado por esta situación. El pueblo Alemán necesitó urgentemente un chivo expiatorio para sus desgracias.  En los Judíos encontró ese culpable en quién descargar todas sus inseguridades. Renacieron antiguos mitos sobre sus costumbres e incluso sobre su sangre, presuntamente contaminada por un extraño mal y nacieron otros  que generaron aún más odio contra su raza. En ese ambiente de odio contenido apareció Hitler, canalizando toda esa frustración  latente en el pueblo Alemán hacia un objetivo.  Hitler arrastró a las masas a apoyar el más terrible genocidio de la historia moderna.  El ser humano tiene esa tendencia, o quizás esa necesidad de canalizar sus frustraciones en un ente externo. Es muy probable que bajo esa necesidad se haya creado la imagen del demonio, de los malos espíritus o la enorme cantidad de dioses castigadores de la antigüedad. Incluso hoy en día, es muy difícil que las personas admitamos que nuestras desgracias puedan ser producidas y a la vez evitadas por nosotros mismos. Y muy difícil admitir que el no poder evitarlas, sea producto nada más que de nuestra propias incapacidades, desinteligencias y faltas de autodisciplina. Y si llegamos a percatarnos de que eso es  así,  es muy probable que culpemos a nuestros padres o maestros de no habérnoslas inculcado.                                                     
Es muy fácil culpar al profesor, a nuestro jefe, a los empresarios, a los ricos, al gobierno, a los políticos, al vecino, al colega, a nuestra pareja,  en fin, a los demás, de todos nuestros pesares. Sin embargo, estoy seguro de que en más del 90% de los casos habrían sido acciones propias las que nos habrían llevado por una senda mejor. Si hubiéramos estudiado más. Si hubiéramos esperado para formar una familia. Si hubiéramos ahorrado.  Si hubiéramos cambiado de trabajo en el momento preciso. Si hubiéramos hablado cuando teníamos que hacerlo. Si hubiéramos… Pero por otro lado, creo que nunca es tarde para enmendar una ruta. Debemos aprender a actuar para nuestro bien, aunque sea generalmente el camino más duro. Y lo más importante, sintiéndonos bien con nosotros mismos, podremos comenzar a hacer cosas por los demás, que al final harán nuestro caminar por la vida, algo mucho más satisfactorio y productivo.