La revolución de los otros
Circula
por las redes un post que critica a los contrarios a las protestas
estudiantiles. Muestra lo que supuestamente se ha logrado en estos años, y que
muchos gozan sin haber participado de las acciones de protesta. Me hizo
recordar algo similar que ocurría en la época del gobierno militar, en que
mucha gente creía en las campañas de los militares para justificar sus
accionar. En esos tiempos circulaba un panfleto que decía: “Se llevaron a un
extraño y no te importó. Se llevaron a tu vecino y no te importó. Se llevaron a
tu hermano y no te importo. Ahora te llevan a ti y es demasiado tarde”.
El eslogan tenía sobrada razón. Fue necesario
manifestarse para sacar del desengaño a muchos e informarlos de lo que los
medios oficiales ocultaban eficazmente.
Hoy día existe una enorme variedad de medios
que entregan las distintas miradas del acontecer político de la nación. En los
quioscos es tan común ver portadas destrozando a la oposición, como otras ridiculizando
al gobierno. Desde un diputado en
calzoncillos siendo latigado, como la presidenta, regordeta y todo, en paños
menores. Que más libertad que eso. Para que hablar del acceso a redes sociales
donde cualquiera puede opinar, entregándonos desde un importante barniz
cultural hasta la más absurda de las estupideces.
Hoy en día todos tenemos acceso a la
diversidad de información. Solo tenemos que buscarla. Compararla y pensar un
poco, para sacar nuestras conclusiones.
Pero el título de este post apunta a otra visión de las protestas y
revoluciones. La verdad es que apunta al objetivo común de todo tipo de
protesta o acto revolucionario que se da en nuestra sociedad. A mi parecer, el
objetivo de toda manifestación es siempre que alguien más haga algo por
nosotros, o por quienes están protestando. Muchos dirán que eso es lógico,
quien va a protestar contra sí mismo. Pero el asunto es que es muy difícil,
quizás imposible, ver actos revolucionarios, o manifestaciones masivas, que
ejecuten en lugar de pedir, un cambio radical e importante para la sociedad. Me
explico, con ideas absurdas quizás, pero solo a modo de ejemplo: No ha
aparecido entre los estudiantes una acción real y masiva, que no sea un
petitorio, para mejorar la educación. Su propia educación. No se ve una
propuesta por ejemplo de apoyo entre ellos para mejorar a los de nivel más
bajo. De trabajos para mejorar los lugares en que estudian. De ideas para hacer
las clases más productivas. De realizar investigaciones complementarias para
sus estudios. En fin. Son ideas al voleo. Pero es parte de aquello a que me
refiero, idear formas de mejorar su
propia educación y actuar en pro de ello. Quizás sin dejar de pedir lo demás,
pero actuando en paralelo. Lo mismo es válido para quienes reclamamos por las
AFP, por la salud, por la seguridad en nuestros barrios, en fin. No se ve una
acción masiva, en pro de lograr esos
cambios revolucionarios. O si se ven, son mínimas. Siempre las acciones
masivas, con gran movilización y participación,
son para pedir a alguien más que haga algo. Al gobierno, los políticos,
los empresarios, en fin… Lo que también es válido, por supuesto. Si alguien más
tiene el martillo, es válido pedirle martillar. Sin embargo me llama la
atención la gran energía, el derroche de entusiasmo y fuerza para pedir. Misma
energía que no se ve para actuar, lo que sin duda sería de gran provecho para
nuestra sociedad. Existen medios para ponernos de acuerdo. Existen líderes que
mueven masas. Existe acuerdo en las necesidades. Pero solo actuamos para pedir.
Las masas pueden destruir mucho, pero pueden
construir aún más. Solamente faltan líderes que sepan guiarlas a aquello. Una
excelente muestra son los chile ayuda a chile que aparecen tras las frecuentes
desgracias de nuestro país. Porque no actuar también para hacer mejoras y no
solo para reconstruir. Imaginen lo hermoso que sería ver cientos de miles de
personas entrando a las poblaciones más pobres ofreciendo ayuda para estudiar
con los niños, ayuda para hacer deportes con los jóvenes, para reparar las
casas deterioradas, para hacer jardines, para mejorar el entorno, para
conversar con los ancianos que se sienten solos, para ayudar a los enfermos. Sería la verdadera revolución de nosotros y
no la de los otros.