Sunday, July 31, 2016

La revolución de los otros


 Circula por las redes un post que critica a los contrarios a las protestas estudiantiles. Muestra lo que supuestamente se ha logrado en estos años, y que muchos gozan sin haber participado de las acciones de protesta. Me hizo recordar algo similar que ocurría en la época del gobierno militar, en que mucha gente creía en las campañas de los militares para justificar sus accionar. En esos tiempos circulaba un panfleto que decía: “Se llevaron a un extraño y no te importó. Se llevaron a tu vecino y no te importó. Se llevaron a tu hermano y no te importo. Ahora te llevan a ti y es demasiado tarde”.
El eslogan tenía sobrada razón. Fue necesario manifestarse para sacar del desengaño a muchos e informarlos de lo que los medios oficiales ocultaban eficazmente.
Hoy día existe una enorme variedad de medios que entregan las distintas miradas del acontecer político de la nación. En los quioscos es tan común ver portadas destrozando a la oposición, como otras ridiculizando al gobierno. Desde un diputado  en calzoncillos siendo latigado, como la presidenta, regordeta y todo, en paños menores. Que más libertad que eso. Para que hablar del acceso a redes sociales donde cualquiera puede opinar, entregándonos desde un importante barniz cultural hasta la más absurda de las estupideces.
Hoy en día todos tenemos acceso a la diversidad de información. Solo tenemos que buscarla. Compararla y pensar un poco, para sacar nuestras conclusiones.
Pero el título de este post  apunta a otra visión de las protestas y revoluciones. La verdad es que apunta al objetivo común de todo tipo de protesta o acto revolucionario que se da en nuestra sociedad. A mi parecer, el objetivo de toda manifestación es siempre que alguien más haga algo por nosotros, o por quienes están protestando. Muchos dirán que eso es lógico, quien va a protestar contra sí mismo. Pero el asunto es que es muy difícil, quizás imposible, ver actos revolucionarios, o manifestaciones masivas, que ejecuten en lugar de pedir, un cambio radical e importante para la sociedad. Me explico, con ideas absurdas quizás, pero solo a modo de ejemplo: No ha aparecido entre los estudiantes una acción real y masiva, que no sea un petitorio, para mejorar la educación. Su propia educación. No se ve una propuesta por ejemplo de apoyo entre ellos para mejorar a los de nivel más bajo. De trabajos para mejorar los lugares en que estudian. De ideas para hacer las clases más productivas. De realizar investigaciones complementarias para sus estudios. En fin. Son ideas al voleo. Pero es parte de aquello a que me refiero,  idear formas de mejorar su propia educación y actuar en pro de ello. Quizás sin dejar de pedir lo demás, pero actuando en paralelo. Lo mismo es válido para quienes reclamamos por las AFP, por la salud, por la seguridad en nuestros barrios, en fin. No se ve una acción masiva,  en pro de lograr esos cambios revolucionarios. O si se ven, son mínimas. Siempre las acciones masivas, con gran movilización y participación,  son para pedir a alguien más que haga algo. Al gobierno, los políticos, los empresarios, en fin… Lo que también es válido, por supuesto. Si alguien más tiene el martillo, es válido pedirle martillar. Sin embargo me llama la atención la gran energía, el derroche de entusiasmo y fuerza para pedir. Misma energía que no se ve para actuar, lo que sin duda sería de gran provecho para nuestra sociedad. Existen medios para ponernos de acuerdo. Existen líderes que mueven masas. Existe acuerdo en las necesidades. Pero solo actuamos para pedir.

Las masas pueden destruir mucho, pero pueden construir aún más. Solamente faltan líderes que sepan guiarlas a aquello. Una excelente muestra son los chile ayuda a chile que aparecen tras las frecuentes desgracias de nuestro país. Porque no actuar también para hacer mejoras y no solo para reconstruir. Imaginen lo hermoso que sería ver cientos de miles de personas entrando a las poblaciones más pobres ofreciendo ayuda para estudiar con los niños, ayuda para hacer deportes con los jóvenes, para reparar las casas deterioradas, para hacer jardines, para mejorar el entorno, para conversar con los ancianos que se sienten solos, para ayudar a los enfermos.  Sería la verdadera revolución de nosotros y no la de los otros.